Adornos gigantes o críticas sociales, el arte callejero –street art- siempre ha dejado mucho de qué hablar por su polémico uso de espacios públicos como intervenciones artísticas, pusiera decirse que representa una evolución del grafitti básico, ya que además del uso latas de pintura en aerosol como recurso, otros medios son empleados para reflejar no sólo un vandalismo, sino un mensaje a la vista del urbano. Pero ¿es esto un acto de rebeldía o una expresión artística más? ¿Qué ha impulsado a los artistas a mover su arte fuera de las galerías y hacia las calles? Y a todo esto ¿se les puede llamar artistas?

Contrario a lo que la mayoría de las personas piensan, el arte urbano no se refiere al apropiamiento de las paredes de la ciudad –muralismo- , pudieran ser aceras, puentes, estatuas, fuentes, cabinas telefónicas o hasta vehículos abandonados. La diversidad de formas, texturas y escenarios es lo que claramente resalta dentro de esta extensión del arte.

Artistas como Banksy, Obey, Blu o Mr. Brainwash  se han convertido en el foco de atención de los medios por los pasados 20 años por sus crudos temas de crítica social, de sistema o de religión, temas tabú dentro de cualquier plataforma. Mientras que artistas como L.E.D. Throwies, Eduardo Kobra o Carolina Antoniadis hacen del Street art un museo a la vista de todos que embellece con o sin intención el recorrido de los que por ahí pasean.

Sea cual sea la razón, el Street art como cualquier otra expresión de arte humano, se reta a sí mismo constantemente a romper los límites del bastidor y acercarse cada vez más a las personas para poder crear un vínculo directo y poder producir un cambio global.

Por: Finn Vargas