A pesar de su nombre, este verdadero santuario del arte contemporáneo se encuentra en el distrito 16 de París, justo frente al museo de la moda, Palais Galliera. ¿Cómo describiríamos a este peculiar museo? Un buen adjetivo sería ‘imposible’, ya que cambia dependiendo de la exposición que en él encuentres. No habrá dos ocasiones en las que vayas a Palais de Tokyo y tengas esa sensación de déjà-vu. Mutable, sus grandes salas dejan total control de sus muros a los artistas que tienen la oportunidad de mostrar a miles de visitantes un poco de su trabajo.
Efervescente, juguetón, aventuroso, el museo que vino a despertar París fue pionero en un movimiento de reconciliación entre la ciudad de la luz y el arte contemporáneo. Sus exposiciones nos invitan a una reflexión sobre el acelerado ritmo de vida que llevamos en nuestros tiempos, la durabilidad de los bienes y las máscaras sociales. En su interior podemos encontrar cualquier cosa, desde un mural hasta una pantalla de televisión saliendo del trasero de un maniquí. Su tienda te asegura al menos una hora de ocio intensivo, con una colección de libros de arte, diseño, arquitectura y moda que querrás llevar en tu equipaje a como dé lugar. Si buscas un lugar inusual en el cuál relajarte puedes visitar sus múltiples restaurantes, que a su vez se ven intervenidos por los artistas invitados, como el mexicano Martin Soto Climent, quién ha decorado el bar principal con medias femeninas estiradas y tacones coquetos. Hasta el 16 de mayo podrás encontrar la obra de Jean-Michel Alberola, cuyas instalaciones se componen principalmente de sensuales palabras neón; la minuciosa obra de Simon Evans que utiliza cartas, notas, mementos y otros documentos escritos para hacer cuadros gigantescos que revelan la aparente intención de su contenido.

Texto: Carmen Reyes